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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de diciembre de 2008

El Señor de los Anillos: La verdad cristiana detrás del mito de Tolkien




por el R.P. José Miguel Marqués Campo





res anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo. Siete para los Señores Enanos en casas de piedra. Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir. Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras. Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas, en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.



Curiosamente, Tolkien en realidad no se consideraba un escritor católico, sino más bien un escritor que resultaba ser católico. Y asimismo El Señor de los Anillos no es una apología ni alegoría del cristianismo, ni de ninguna otra cosa, pero sí es aplicable a muchas realidades, y leído bien, puede hacer, paradójicamente, más por la evangelización. Ya estaba concluido El Señor de los Anillos, pero poco antes de su eventual publicación, en una carta que Tolkien recibió el 2 de diciembre de 1953, del P. Robert Murray, jesuita, nieto de Sir James Murray (fundador del Oxford English Dictionary), y amigo íntimo de su familia, Tolkien le respondió el mismo día. Estaba muy contento de que el P. Murray le había mencionado algunas observaciones e impresiones agudas acerca de lo que sería su obra magna. Entre otras cosas, al P. Murray le parecía que el personaje de Galadriel, la Reina de los Altos Elfos de Lothlórien, tenía ciertas semejanzas con la Santísima Virgen María, y la impresión general de que El Señor de los Anillos se mostraba particularmente compatible con la perspectiva teológica católica acerca del orden de la Gracia [de Dios].
En su carta de respuesta (Cartas nº 142), Tolkien reconoció: "’El Señor de los Anillos’ es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica; de manera inconsciente al principio, pero luego cobré conciencia de ello en la revisión". Con respecto a la alusión a la Virgen María y la compatibilidad con el orden de la Gracia, dijo: "…me animó especialmente lo que tú has dicho… pues eres más perceptivo, especialmente en ciertas direcciones, que ningún otro, y aun a mí me has revelado con mayor claridad ciertos aspectos de mi obra. Creo que sé exactamente lo que quieres decir con el orden de la Gracia; y, por supuesto, con tus referencias a Nuestra Señora, sobre la cual se funda toda mi escasa percepción de la belleza tanto en majestad como en simplicidad". Y luego, curiosamente, hace un comentario aparentemente paradójico, que resulta ser clave para comprender el alcance cristiano de su obra: "Ésa es la causa por la que no incluí, o he eliminado, toda referencia a nada que se parezca a la "religión", ya sean cultos o prácticas, en el mundo imaginario. Porque el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo".

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