Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de diciembre de 2008

Las grandes herejías (6)


por Hillaire Belloc




Capítulo 6





¿Qué fue la Reforma?






l movimiento generalmente llamado “La Reforma” merece un lugar aparte en la Historia de las grandes herejías, y esto por las siguientes razones:
1. No fue un movimiento en particular sino uno general, esto es: no produjo una herejía particular que habría podido ser debatida, analizada y condenada por la autoridad de la Iglesia como hasta ahora fue el caso de toda otra herejía o movimiento hereje. Después de que las distintas proposiciones herejes fueran condenadas, tampoco estableció (como lo hizo al mahometanismo o el movimiento albigense) una religión separada por encima y en contra de la antigua ortodoxia. Más bien creó una cierta atmósfera moral, separada, que aún seguimos llamando “protestantismo”. De hecho, produjo toda una cosecha de herejías, pero no una herejía, y su característica fue que todas sus herejías adquirieron y prolongaron un estilo común: ése que llamamos “protestante” hasta el día de hoy.
2. Si bien los frutos inmediatos de la Reforma decayeron, del mismo modo en que lo hicieron muchas otras herejías del pasado, la disrupción que produjo permaneció y el móvil principal – la reacción contra una autoridad espiritual unida – continuó tan en vigor que rompió a la civilización europea de Occidente, impulsó al final una duda general y se expandió más y más ampliamente.
Ninguna de las herejías más antiguas había hecho eso ya que cada una de ellas fue específica. Cada una de ellas se había propuesto suplantar o rivalizar con la Iglesia Católica existente. Por el contrario, el movimiento de la Reforma propuso más bien disolver a la Iglesia Católica – ¡y sabemos hasta qué medida el esfuerzo ha tenido éxito!
Lo más importante de la Reforma es entenderla. No sólo seguir su Historia etapa por etapa – un procedimiento siempre necesario para entender cualquier cuestión histórica – sino aprehender su naturaleza esencial.
En esto último, a las personas modernas les resulta muy fácil equivocarse; especialmente a las personas del mundo angloparlante. Las naciones que conocemos quienes hablamos en inglés son, con la excepción de Irlanda, predominantemente protestantes; y aún así albergan (con la excepción de Gran Bretaña y África del Sur) grandes minorías católicas.
En ese mundo angloparlante (al cual está dirigido este escrito) existe una conciencia plena de lo que fue el espíritu protestante y de lo que ha llegado a ser en sus modificaciones actuales. Todo católico que vive en ese mundo angloparlante conoce lo que significa el temperamento protestante del mismo modo en que conoce el sabor de algún alimento habitual, o de una bebida, o el aspecto de alguna vegetación familiar. En menor grado las grandes mayorías protestantes – en Gran Bretaña esa mayoría es abrumadora – tienen alguna idea de qué es la Iglesia Católica. Saben mucho menos de nosotros de lo que nosotros sabemos de ellos. Eso es natural, ya que nosotros procedemos de orígenes más antiguos, porque somos universales mientras ellos son regionales y porque nosotros sostenemos una filosofía intelectual definida mientras ellos poseen un espíritu más bien emocional e indefinido, aunque característico.
Aún así, a pesar de que saben menos de nosotros de lo que nosotros sabemos de ellos, son conscientes de una diferencia y sienten que hay una aguda división entre ellos y nosotros.
*****
Para leer el artículo completo haga click sobre la imagen del autor.

0 comentarios: