por el Prof. Jordán Bruno Genta
enviado por Página Católica
"Dios me ayude a seguir dando testimonio de la Verdad hasta la muerte". Con estas palabras comenzó la conferencia que publicamos hoy el Prof. Jordán Bruno Genta. El Señor no solamente concedió su ruego sino que le dio la corona del martirio el 27 de Octubre de 1974, fiesta de Cristo Rey, cuando al caer bajo las balas asesinas del Ejército Revolucionario del Pueblo trazaba, con su propia sangre, la señal de la Cruz.
risto es Rey por derecho de naturaleza y de conquista. Su carácter regio procede del misterio de la Unión Hipostática por el cual el Verbo de Dios asume íntegra la naturaleza humana sin fundirla ni confundirla con la naturaleza Divina, que es la suya original. Por lo cual pudo decir con toda justicia: "Me ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra".
enviado por Página Católica
"Dios me ayude a seguir dando testimonio de la Verdad hasta la muerte". Con estas palabras comenzó la conferencia que publicamos hoy el Prof. Jordán Bruno Genta. El Señor no solamente concedió su ruego sino que le dio la corona del martirio el 27 de Octubre de 1974, fiesta de Cristo Rey, cuando al caer bajo las balas asesinas del Ejército Revolucionario del Pueblo trazaba, con su propia sangre, la señal de la Cruz.
risto es Rey por derecho de naturaleza y de conquista. Su carácter regio procede del misterio de la Unión Hipostática por el cual el Verbo de Dios asume íntegra la naturaleza humana sin fundirla ni confundirla con la naturaleza Divina, que es la suya original. Por lo cual pudo decir con toda justicia: "Me ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra".
Al reconocer, proclamar y exaltar la realeza de Cristo, lo hacemos a través de la adoración del Verbo hecho hombre en al figura del fracaso y la derrota humanas: la Cruz. Pero el sentido de ese fracaso es la expresión más acaba del señorío en el orden humano: el sacrificio. Porque cuando adoramos al Señor en la Cruz, rendimos homenaje al sentido egregio de la soberanía que consiste en el dominio entero y total de uno mismo, para hacer de la vida un don: la Verdad que se crucifica por amor a los hombres. Este es el sentido del mando, de la jefatura, del principado; y por eso, todo real y verdadero señorío sobre la tierra en cualquier orden y nivel, ha de ser una delegación y un reflejo de la soberanía de nuestro Señor; de modo que el que manda sea el primer servidor de los suyos.
Pero, como dice Pío XI en su encíclica Quas Primas, no hay más que un reino que se opone al de Cristo y es el reino de Satanás y el poder de las tinieblas. Nosotros estamos asistiendo a la configuración del reino del Anticristo, a una nueva torre de Babel que se levanta por la acción del Socialismo, que es, como concepción atea y materialista del hombre, la vida y la convivencia, una agresión permanente a la persona humana, imagen y semejanza de Dios proyectada en la eternidad. Porque, mientras la Palabra Verdadera, haciéndose hombre, ha venido a cuidar de cada hombre, el Socialismo, cuyo origen primero es el mito de la soberanía popular que reemplaza a la soberanía de Cristo, falsifica la realidad del hombre sustituyendo la distinción de la persona por la confusión de las masas. Por eso tanto el Liberalismo como su hijo el Socialismo han lanzado encarnizado ataque sobre la Familia, institución humana elevada por el Señor a la condición de Sacramento para ser lugar de la distinción personal y la salvación de las almas. Por eso el Socialismo, en cualquiera de sus formas, aunque se presente acristianado y parafraseando el Evangelio, se opone siempre al Cristianismo. Es su negación como la masa es la negación de la persona. No más santos ni héroes, ni sabios ni poetas, ni aventura ni riesgo, ni vida esforzada y heroica, ni abnegación, ni sacrificio: masas, solamente masas anónimas.
Frente a esta negación de la persona, que es negación de Dios, oponemos la afirmación del ser del hombre, es decir: nuestro Señor Jesucristo, la Verdad crucificada por amor, la Verdad que nos ha creado y redimido. Sin Él no hay nada, ni se puede hacer nada que sea afirmación real y plena de la persona humana, que ha venido a cuidar, proteger, defender y elevar.
La ilustración: Cristo Pantocrator, mosaico del ábside de la Catedral del Salvador, Cefalú, Sicilia, que data del siglo XII
0 comentarios:
Publicar un comentario