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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

21 de diciembre de 2008

El pequeño mundo de Don Camilo (3)



por Giovanni Guareschi



Capítulo 3

La proclama





NA tarde llegó a la rectoral Barchini, el papelero del pueblo, quien, poseyendo sólo dos cajas de tipos de imprenta y una minerva de 1870, había escrito en el frente de su negocio: "Tipografía". Debía de tener cosas gordas que contar porque permaneció largo rato en el pequeño despacho de don Camilo.

Cuando Barchini se retiró, don Camilo corrió al altar a abrirse con Jesús.

–¡Importantes novedades! –exclamó – Mañana el enemigo lanzará un manifiesto; lo imprime Barchini, que me ha traído la prueba. Y don Camilo sacó del bolsillo una hoja, con la tinta fresca aún, que leyó en voz alta:

PRIMERO Y ÚLTIMO AVISO

Otra vez anoche una vil mano anónima ha escrito un insulto agraviante en nuestra cartelera mural. Abra el ojo la mano del bellaco que aprovecha la sombra para ejecutar actos de provocación, el cual, cualesquiera que sea, si no acaba, se arrepentirá cuando sea ya irreparable.

Toda paciencia tiene un límite.

El Secretario del Comité

JOSÉ BOTTAZZI

Don Camilo rió.

–¿Qué os parece? ¿No es una obra maestra? Pensad qué jaleo mañana cuando la gente lea el manifiesto en las paredes... Peppone metiéndose a redactar proclamas. ¿No es para reventar de risa?

El Cristo no contestó y don Camilo quedó turbado.

–¿No habéis oído el estilo? ¿Queréis que lo relea?

–He comprendido, he comprendido. – contestó el Cristo – Cada cual se expresa como puede. No es lícito pretender que quien sólo ha cursado el tercer grado elemental respete detalles estilísticos.

–¡Señor! –exclamó don Camilo, abriendo los brazos – ¿Vos llamáis detalles una jerigonza de esta especie?

–Don Camilo: la acción más miserable que puede cometerse en una polémica es la de aferrarse a los errores de gramática y de sintaxis del adversario. Lo que vale en la polémica son los argumentos. Más bien deberías decirme que es feísimo el tono de amenaza que tiene el manifiesto.

Don Camilo volvió la hoja al bolsillo.

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