por Giovanni Guareschi
Capítulo 5
Escuela nocturna
A través de las celosías de una ventana del primer piso filtraba un poco de luz.
–Llegamos bien. – susurró Peppone, que tenía el comando de la pequeña expedición – Está todavía levantada. Hemos tenido suerte. Llama tú, Expedito.
Un hombre alto y huesudo, de aspecto decidido, avanzó y dio un par de golpes en la puerta.
–¿Quién es? – preguntó una voz de adentro.
–Scarrazzini – contestó el hombre.
A poco la puerta se abrió y apareció una viejecita de cabellos blancos como la nieve, que traía un candil en la mano. Los otros salieron de la sombra y se acercaron a la puerta.
–¿Quién es esa gente? – preguntó la anciana, recelosa.
–Están conmigo. – explicó Expedito – Son amigos: queremos hablar con usted de cosas muy importantes.
Entraron los diez en una salita limpia y permanecieron mudos, cejijuntos y envueltos en sus capas delante de la mesita a la cual la vieja fue a sentarse. La anciana se enhorquetó los anteojos y miró las caras que asomaban de las capas negras.
–¡Hum! –murmuró. Conocía de memoria y del principio hasta el fin a todos esos tipos. Ella tenía ochenta y seis años y había empezado a enseñar el abecé en el pueblo cuando todavía el abecedario era un lujo de gran ciudad. Había enseñado a los padres, a los hijos y a los hijos de los hijos. Y había dado baquetazos en las cabezas más importantes del pueblo. Hacía tiempo que se había retirado de la enseñanza y que vivía sola en aquella casita remota, pero hubiera podido dejar abiertas las puertas de par en par, sin temor, porque "la señora Cristina" era un monumento nacional y nadie se hubiera atrevido a tocarle un dedo.
–¿Qué sucede? – preguntó la señora Cristina.
–Ha ocurrido un suceso. – explicó Expedito – Ha habido elecciones comunales y han triunfado los rojos.
–Mala gente los rojos. –comentó la señora Cristina.
–Los rojos que han triunfado somos nosotros. – continuó Expedito.
–¡Mala gente lo mismo! – insistió la señora Cristina – En 1901 el cretino de tu padre quería hacerme sacar el Crucifijo de la escuela.
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