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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

28 de abril de 2009

28 de Abril, Festividad de San Pablo de la Cruz, Confesor







ablo Danei, el futuro San Pablo de la Cruz, nació en Ovada el 3 de enero de 1694. Después de haber pasado la juventud en los lares paternos ayudando a su padre en el comercio, a los veintiséis años inició una vida de total entrega a Dios, vistiendo el hábito de la futura Congregación de los pasionistas en la forma que le había mostrado visiblemente la Virgen Dolorosa. Retirado durante cuarenta días en un oscuro tugurio de la iglesia parroquial de Castellazzo, entre la oración y la penitencia compuso las, primeras reglas.

Ordenado sacerdote en 1727 por Benedicto XIII, se estableció definitivamente en el Monte Argentario, en las cercanías de Orbetello (Toscana). En esta soledad maduró su vocación de apóstol de la Pasión, recibiendo de Dios luces e inspiraciones para la solución de los grandes problemas hacia los que debería orientar su vida y su obra.

Ante todo, San Pablo de la Cruz procuró plasmar esta vocación en sí mismo, transformándose en viva imagen de Jesús crucificado, identificándose con Él y convirtiendo su Pasión santísima en el principio regulador de su vida espiritual. La unión de su alma con Dios hasta alcanzar las más altas cimas de la mística no fue más que un efecto de la contemplación asidua de Jesús crucificado y de sus esfuerzos por reproducir hasta en su mismo cuerpo al Mártir del Gólgota.
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