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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

1 de mayo de 2009

Progresismo y ateísmo




por el Dr. Alberto Caturelli


Tomado de La Quimera del Progresismo,
Colección Clásicos Contrarrevolucionarios,
Buenos Aires, 1981




EL CRISTIANISMO NO RELIGIOSO DE JOHN A. T. ROBINSON

I

n la segunda parte de Los hermanos Karamásov, Dostoyevski narra los terribles momentos en los cuales Cristo, que acaba de resucitar a una niña, es puesto en la cárcel. Tras Él va el Inquisidor y le pregunta sin esperar respuesta: "¿Eres Tú? ¿Tú?". Y agrega: "No contestes; calla. Además ¿qué podrías decir? De sobra sé lo que dirías. Y tampoco tienes derecho a añadir nada a lo que ya dijiste. ¿Por qué has venido a estorbarnos?" En efecto, ¿qué podría decir, hoy, el autor de las Escrituras? El "teólogo" secularizado, los teóricos de un Cristianismo no religioso o de un Cristianismo "ateo", saben de sobra lo que el Señor diría y, además, le negarían de plano todo derecho a añadir nada. Y, sin embargo, el Señor que ha venido "de lo alto", que acaba de hacer un milagro, no puede menos que estorbar. Quizá por eso, el Gran Inquisidor, más adelante, le dice: "Tú objetaste que el hombre vive no sólo de pan. Pero ¿no sabes que en nombre de ese mismo pan terrenal se sublevará contra Ti el espíritu de la tierra y luchará contigo y te vencerá, y todos irán tras él, exclamando: «¿Quién es semejante a esa bestia, que nos ha dado el fuego del Cielo?» ¿Sabes que pasarán los siglos y la humanidad proclamará, por la boca de su saber y de su ciencia, que no existe el crimen, y por consiguiente tampoco el pecado; que sólo hay hambrientos?"
Dostoyevski parece haber intuido no solamente que la verdadera imagen del Señor sería alterada por la rebelión del espíritu de la Tierra (es decir, por la secularización), sino que Él mismo sería repudiado, porque el hombre que viva entera y auténticamente en la edad moderna —como 'dice Robinson— no puede no ser ateo. En semejante mundo en el cual ya no podemos decir quién es Dios, porque sólo mentarlo es reducirlo a categoría mitológica, el Señor, si volviera (y ha de volver seguramente) sería el que viene a estorbar. Y en efecto Él es el Gran Estorbo, en un mundo autosuficiente no religado a nadie.

a) El Dios "en lo alto" o el Dios de "ahí fuera"

Sin someter a crítica al inmanentismo moderno ni preguntar por las verdaderas causas de su desarrollo, los "teólogos" del ateísmo "cristiano" se limitan a partir del hecho de la secularización, en cuyo seno, claro está, no se puede ser sino ateo. Esto es cierto, pero es menester, antes de aceptar el hecho, interrogarse por qué, sin entregarse a él. El obispo anglicano Robinson se limita a partir del hecho en cuyo seno él mismo reconoce que no es posible ni el concepto "antiguo" de Dios, ni la visión "tradicional" del Cristianismo; sin preguntarse previamente por los motivos profundos de su propia crisis religiosa, a priori decide que el secularismo, la ciencia, la técnica, nos imponen otra imagen del mundo y, en consecuencia, el Evangelio aparece hoy contaminado por una imagen "superada" del mundo. Esto supone la necesidad de superar el mismo lenguaje teológico de manera que nuestro actual modo de hablar de Dios sea comprensible para todos (una nueva imagen de Dios mismo) y, por consiguiente, será menester cambiar también la imagen de Cristo, de su relación con los hombres, de la Iglesia y la liturgia. La "antigua" concepción del Cristianismo, inmersa en un ambiente sobrenaturalista, deberá ser ahora secular; y la supuesta heteronomía de la ley moral tendrá que ser ahora autónoma y situacional. Meditemos este planteo básico a partir de las ideas centrales de Robinson que (de entre sus varios libros) tomo principalmente de aquél que le dio fama: Honest to God, que cito por la traducción española Honesto para con Dios (HD).(1)
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