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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

11 de marzo de 2009

El nihilismo de lo banal: amenaza de la cultura occidental.


por el Dr. Andreas Böhmler


Tomado de
Arbil



El debate ético depende de la capacidad de verdad del hombre como indica el libro del Cardenal Ratzinger sobre la sociedad pluralista al cual hace referencia este artículo




a publicación "Wahrheit, Werte, Macht. Die pluralistische Gesellschaft im Kreuzverhör" (Verlag Josef Knecht, Frankfurt, 1999; Herder, Freiburg, 1993), recoge tres conferencias significativas del Prefecto de la Congregación de la Fe. La primera, sobre 'La libertad, el derecho y el bien como principios morales en las sociedades democráticas' fue pronunciada en París con ocasión de su ingreso en la Académie Française, como sucesor del físico ruso Andrej Sacharov. En dicha conferencia Ratzinger desarrolla la convicción de que en Occidente se está propagando un 'nihilismo banal', no menos pernicioso que la utopía del marxismo. El filósofo norteamericano Richard Rorty, quien formuló la nueva utopía de lo banal (ver también G. Peces Barba, ABC, 23 de Febrero de 1998) conceptualiza una sociedad liberal en que ya no existen valores y criterios absolutos. Según esta teoría social, el sentimiento de bienestar individual sería el objetivo primordial del hombre. Una concepción de la libertad, sin embargo, cuyo horizonte no rebasa la individual satisfacción de necesidades, a juicio de Ratzinger conduce al ocaso de lo humano. 'No es posible pretender poseer la libertad sólo para uno mismo, porque como tal ella es indivisible y hay que verla como tarea cara a la humanidad entera'. En este sentido, es imposible la libertad sin sacrificio y renuncia; porque ella tiene como cometido salvaguardar igualmente los derechos de los más débiles.

Ahora bien, el dilema de la democracia moderna reside en que a penas sabe poner a salvo la validez de aquellos valores morales que no se encuentran respaldados por una opinión mayoritaria. La experiencia hecha con los totalitarismos de este siglo ha mostrado que la razón es perfectamente susceptible de perder de vista la consideración de los valores fundamentales de lo humano. De hecho existe una vez más el peligro de que una libertad sin norte y exenta de contenidos valiosos llegue a estar harta de sí misma. El positivismo cerril, que se traduce en 'tomar como absoluto el principio de mayorías, en algún momento se tuerce inevitablemente en nihilismo'.

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Para leer el artículo completo haga click sobre la imagen del entonces Cardenal Ratzinger.

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