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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

13 de marzo de 2009

El revolucionario 'meaculpa' promovido por el Papa con ocasión del Jubileo del 2000.


por el Dr. Andres Böhmler







La Iglesia en los medios de comunicación. Las tentaciones del liberalismo y modernismo


os mass-media en su más amplia acepción, en tanto que "nuevos amos de la verdad", o lo que queda de ella, acostumbran marginar y castigar con su silencio a la Santa Iglesia, principalmente en lo que se refiere a su constitución y misión sobrenaturales. Sin embargo, ¡a toda regla su excepción! Y aun así, ésta viene a confirmar a aquella. ¿En qué consiste pues esa dichosa excepción? Cabe resumirlo con un solo concepto de fácil asimilación: la crítica. Desde los albores de la Revolución francesa, o antes incluso, la Iglesia se ha convertido en presa fácil de manipulación y objeto público de animadversión y crítica emanzipadoras por parte de una agil y versatil nomenclatura masónica, que es una especie de inquisición al revés, ya no santa sino diabólica.

Si no fuera para ser acosada y criticada, de extraños o hijos, hecho este último que es más grave, la Iglesia prácticamente no llegaría a ser noticia en los medios dominantes de nuestro mundo neopagano. Pero por donde sea que brote el acoso y la crítica, la Iglesia vuelve a ser objeto predilecto de la actividad mediática.

Todo lo que significa abandono de la tradición católica e ipso facto adaptación, tentativa o abierta, a la actual corrección de pensamiento y acción, que sin duda hunde sus raíces en la autoidolatría del hombre caído, conforme a la promesa antigua del 'seréis como dioses', eso sí que es noticia.

Cuando el Papa actual, por aducir sólo unos pocos ejemplos, besa reverentemente el Corán (1), acaso movido por un desaforado celo ecuménico, torrente fuera de cauce, capaz de trasportar la doctrina de fe hasta a las mismas 'puertas del Infierno' (2);

Cuando la Jerarquía, haciendo suya el fantasma de lo 'políticamente correcto', censura a su pasado, entre otras cosas, por la actuación -jurídicamente, por cierto, vanguardista- de los tribunales de la inquisición, en estricta conformidad con la legislación imperial vigente (Jan Hus o hereje notorio; Giordano Bruno o hereje confeso, etc.,);

Cuando se rehabilita a Galileo Galilei, aunque no por sus tesis teológicas sino sólo las estrictamente científicas, desautorizando así las eternas exigencias de prudencia de padre y de madre en el gobierno de la Iglesia universal;

Cuando la Conferencia Episcopal, en uno de sus recientes documentos, se dispone a pedir perdón por sus supuestas faltas antes y durante la Cruzada del 36 al 39, es decir, por haber defendido su derecho, e incluso su vida y supervivencia, ante los desmanes anticatólicos de la Segunda República;

Cuando se repudia categóricamente a la pena de muerte, aunque el Catecismo todavía diga lo contrario, asimilándose así la Iglesia a la dominante sensibilidad pacifista -a pesar de que esa 'sensibilidad' se hace gustosamente portadora de una cada vez más agresiva 'cultura de muerte' (aborto, tráfico y reciclaje de los fetos abortados con fines comerciales; eutanasia; etc.);

Cuando defiende -en esa misma línea- los tan manipulados derechos humanos, por encima de cualquier derecho a la legítma defensa, que no debería corresponder sólo a los individuos sino también a las comunidades, como la familiar o también la eclesial;

Cuando, para no insistir más, se hace portavoz del humanitarismo filantrópico -solidaridad (amor horizontal) vs. caridad (amor vertical), tal como lo entiende también el nuevo voluntariado social encarnado en los ONGs (3);

En definitiva, cuando la Iglesia - en su jerarquía o sus demás fieles más notorios- piensa, dice y hace eso, o otras muchas cosas que no son ya 'signo de contradicción' sino de todo lo contrario, abalanzándose por los derroteros propios del criticismo ilustrado, hasta hacer traición a su propia historia y tradición, sólo entonces es cuando a la Iglesia se le concede un indulto, sólo entonces es cuando logra lucrarse indulgencias ante la pagana opinión pública mundial, y sólo entonces es cuando se le permite rebasar el umbral del silencio, y recuperar así por efímeros y calculados momentos la esfera de lo público, dominada e inquisitorialmente defendida por la nueva comunidad mundial de ególatras, humanistas, filántropos y demás enemigos del Dios-Hombre Jesucristo.


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