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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

29 de noviembre de 2008

Gramsci y el Buen Humor de Dios


por Juanjo Romero

Tomado de De Lapsis



El día de ayer fue de auténtico disfrute. De bochorno la rabiosa reacción contra la confirmación de la conversión en el lecho de muerte de Gramsci, y digo confirmación, porque ya hace mucho tiempo que se daba por hecha. En 1967, las monjas que lo atendieron, nos contaron su conversión, asegurando que conservaba una estampita de su niñez, de Santa Teresa del Niño Jesús.

El contexto ya lo conocéis. Yo creo a De Magistris, creo que Gramsci se convirtió, y no sólo porque monseñor es un tipo respetable, conocedor como nadie, desde su privilegiado puesto en la Penitenciaría Apostólica, de las cosas de conciencia. De la descripción que hace:

Gramsci tenía en su habitación la imagen de santa Teresita del Niño Jesús. Durante su enfermedad, las monjas de la clínica en la que estaba ingresado llevaban a los enfermos la imagen del Niño Jesús, para que la besaran. Como a Gramsci no se la llevaron, él se quejó: '¿Por qué no me la habéis traído?'

sólo puede desprenderse que ahí estaba una sonrisa del Buen Humor de Dios. La alternativa sería que nuestro querido prelado tiene una mala baba venenosa.

Hay que reconocer la ironía de que el «teórico de la praxis» (no es un oxímoron), para quien primero era la acción, y luego…la acción, fuese tan devoto de una niña monja de clausura que no salió del convento, y pasó los pocos años de vida postrada en cama rezando, amando a su Dios. Que el teórico de la 'hegemonía cultural', murió besando al Gesù Bambino. ¿Qué descubrió? Probablemente que la verdadera acción era la de Santa Teresita, que lo primero era estar muy cerca del Amor, que esas eran las verdaderas bases de la transformación, primero de la persona, y por ella la sociedad. ¿Qué descubrió? Probablemente que:

Al final de la jornada,
el que se salva sabe,
y el que no,
no sabe nada.

Eso sí, los tiempos, los del Señor. Me gustaría que se hubiese convertido antes, que hubiese tenido la oportunidad de deshacer, de desdecirse. Aunque muere en el 37, suya es la doctrina que fundamenta el cambio de estrategia contra la Iglesia. Ya no se trata de aniquilarla, el paradigma no será la Segunda República Española o la Ilustración Francesa, será la infiltración, la educación [para la ciudadanía], la cultura [de la zeja]. Y hay que reconocer que está siendo bastante exitosa; hoy podemos ponerle cara a muchos de esos cristianos maduros (en la 'edad del pavo', diría yo), a esos frutos del gramscismo. Los mismos para los que la simple existencia de Santa Teresita es un escándalo; los mismos que intentan desmitologizar la fe; los mismos para los que lo único es hacer, actuar.

Pienso que este nuevo tipo de persecución, en la que llevamos inmersos al menos medio siglo de forma reconocible, sólo podrá ser vencida del mismo modo que a Gramsci: parándonos un poco, volviendo al Amor de los Amores, pudiéndole dar al Niño un beso de niño. Y después vendrá el resto, con hombría.


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