Enviada por Ana Bauer
"¿Cómo es posible que muchas personas, después de haber vivido cuarenta o cincuenta años en estado de gracia y recibiendo con frecuencia la sagrada comunión, apenas den señales de la presencia de los dones del Espíritu Santo en su conducta y en sus actos, se irriten por una niñería, anden buscando los aplausos y lleven vida completamente fuera de lo sobrenatural? Todo esto proviene de los pecados veniales que, con frecuencia, cometen sin ninguna preocupación; estas faltas y las inclinaciónes que de ahí derivan, inclinan a esas almas hacia la tierra y mantienen como atados los dones del Divino Espíritu, al modo de unas alas que no pueden desplegarse. Tales almas no guardan ningún recogimiento; pasan inadvertidas; por eso permanecen en la oscuridad, no de las cosas sobrenaturales y de la vida íntima de Dios, sino en la oscuridad inferior que radica en la materia, en las pasiones desordenadas, el pecado y el error; ahí está la explicación de su inercia espiritual" (R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, Madrid 1985, p 787)
"¿Cómo es posible que muchas personas, después de haber vivido cuarenta o cincuenta años en estado de gracia y recibiendo con frecuencia la sagrada comunión, apenas den señales de la presencia de los dones del Espíritu Santo en su conducta y en sus actos, se irriten por una niñería, anden buscando los aplausos y lleven vida completamente fuera de lo sobrenatural? Todo esto proviene de los pecados veniales que, con frecuencia, cometen sin ninguna preocupación; estas faltas y las inclinaciónes que de ahí derivan, inclinan a esas almas hacia la tierra y mantienen como atados los dones del Divino Espíritu, al modo de unas alas que no pueden desplegarse. Tales almas no guardan ningún recogimiento; pasan inadvertidas; por eso permanecen en la oscuridad, no de las cosas sobrenaturales y de la vida íntima de Dios, sino en la oscuridad inferior que radica en la materia, en las pasiones desordenadas, el pecado y el error; ahí está la explicación de su inercia espiritual" (R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, Madrid 1985, p 787)
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